Foto: Marcos Sánchez-Élez, Universidad de Coimbra (Portugal)
Recuerdo que cuando estudiaba COU, una de las asignaturas que más me gustaba era la filosofía. Aunque cursé COU de ciencias, seguramente era la materia que más me interesaba de todas.
A mis compañeros de clase no parecía interesarles, en cambio, ni siquiera a los más empollones.
Esto me sorprendía mucho y quise averiguar por qué sucedía, qué estaba pasando. Y entonces descubrí que si una persona no se ha planteado una serie de preguntas, es obvio que no va a sentir ningún interés por encontrar sus respuestas.
Descubrí que a mi me interesaba porque llevaba bastante tempo haciéndome muchas preguntas, y descubrí que era un “bicho raro” porque las personas de mi alrededor no se hacían tantas preguntas como yo.
Desde entonces sé que es mucho más importante hacer preguntas que dar respuestas. Cuando una persona realmente quiere conocer las respuestas a sus preguntas, las encuentra.
Empecé a preguntarme por qué mis compañeros no se hacían tantas preguntas como yo. Y entonces investigué sobre el significado de la palabra educar. Según el diccionario tiene muchos significados diferentes.
Hay dos versiones sobre su origen. Una de ellas habla de que proviene del latín educere. A su vez ducere proviene del indoeuropeo deux, que significa guiar.
La otra versión habla de la expresión ex ducere, también latín, que significa encaminar, encauzar, hacia el pleno desarrollo de sus posibilidades.
Y ante esto me surgieron todavía muchas más preguntas: ¿Qué estaban realmente haciendo con nosotros en aquéllas las aulas? ¿Estaban educándonos o cebándonos?
Foto: Marcos Sánchez-Élez
Recuerdo incluso que escribí un editorial sobre mis reflexiones para la revista del instituto y que aquello no cayó muy bien a algunos profesores.
Hoy sigo pasando muchas horas de mi vida en diferentes aulas, y me sigo haciendo muchas preguntas. Y tengo la “manía” de hacerles muchas preguntas a mis alumnos, y descubro que tampoco les cae muy bien a la mayoría de ellos esta actitud mía.
Si educar es ayudar a otros a descubrir y desarrollar el potencial que llevan dentro, ¿cómo hacerlo, cómo sacar a la luz el potencial de nuestros niños y nuestros jóvenes?
Foto: Web de la Facultad de Informática, UCM
No creo que atiborrarles con información sea la respuesta correcta. Para mí desde luego, no lo es. ¿Lo es para vosotros? ¿Qué pensáis de esto?
Espero que no os caiga demasiado mal mi artículo y que disfrutéis mucho del fin de semana, a pesar de mis preguntas.
Clara Luz
Blog personal : http://claraluz88.wordpress.com
Gracias Agustín, muy interesante tu comentario.
Esto de lo que hablas está presente en esta tan criticada «Bolonia» en la universidad. Al menos sobre el papel. En dicho caso como se trata de adultos (porque son mayores de edad) subvencionados por el estado, es decir, con nuestros impuestos, para formarse, se distingue entre información y habilidades e incluso se habla de valores en algunos ámbitos.
La educación como bien dices es cosa de la tribu, es decir de todos, empezando y terminando creo yo en los padres. La escuela no puede ella sola realizar esta labor, solamente reforzarla y complementarla.
Y si no se educa a las personas en sus primeros años de vida, difícilmente, por mucha información que se les transmita, se puede hacer después.
Pues yo creo que hay que separar educar de enseñar. Son dos cosas distintas. Se enseña informacion y se educa en valores. Si solo hay la primera entonces producimos seres frustrados y si solo hay la segunda habra seres inutiles para la sociedad. Asi que hay que ocuparse de ambas facetas. ¿Cuando? Pues durante los 12 primeros años de vida (mas o menos) habria que educar. Y esto no se hace en la escuela. Es la tribu al completo la que educa, no los profesores. Posteriormente habra que introducir la enseñanza progresivamente, año tras año, dandole cada vez mas importancia relativa. Esta labor ya es mas propia de las escuelas y profesores. Luego tambien hay excepciones: hay personas muy diferentes que podrian requerir otros tiempos y proporciones de ambos medicamentos.