Siguiendo la iniciativa de los «cafés pendientes», una pequeña panadería de Tetuán da vida a una iniciativa de solidaridad similar: «barras pendientes».
Bea Burgos, 10.02.2014
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La crisis agudiza el ingenio (al menos eso dicen) y también la solidaridad. Este es el caso de la iniciativa «barras pendientes», inspirada en los ya famosos cafés pendientes.
Hace aproximadamente cinco años, cuando la crisis empezaba a golpear fuerte en España, un joven barcelonés tuvo la inspiradora idea de importar una tradición italiana: «Il caffe sospeso».
La tradición del caffe sospeso se inició en Nápoles en el siglo XVII, época en que la pobreza golpeó con virulencia el sur de Italia. Consistía en dejar un café pagado para que gente sin hogar o sin recursos pudiera pasar un rato cálido al abrigo de un café.
En España, el importador de esta idea fue Gonzalo Sapiña, un joven de Barcelona, profesional del marketing online, que pensó en lo bueno que sería impulsar una idea solidaria como esta «para ver cómo la gente realiza actos generosos, sencillos y de bajo coste».
Hoy en día son cientos los cafés de España que se han sumado a la iniciativa porque, como dice Gonzalo, «la solidaridad nunca caduca».
Barras pendientes
Entre los bulliciosos pasillos del Mercado Maravillas se esconde una pequeña panadería, de apenas 10 metros cuadrados, que se ha convertido en un reducto de solidaridad en el distrito de Tetuán.
Gracias a la iniciativa «barras pendientes», en Horno Atanor pretenden ayudar a gente en máxima necesidad a llevar a su casa, al menos, una barra de pan.
La idea consiste en que cualquiera que se acerque a la panadería puede dejar pagada una barra de pan para que alguien sin recursos pueda acercarse a por ella.
Otra acción de ayuda que se lleva a cabo en el Mercado Maravillas es entregar cada sábado a Operación Reto alimentos sobrantes o que están a punto de caducar, pero hasta el momento esta es la única iniciativa de productos «pendientes» que se lleva a cabo en sus instalaciones.
El precio de la barra de pan es 65 céntimos, pero, recordando un famoso anuncio que se popularizó años atrás, «la solidaridad no tiene precio».
Hola. Respondiendo a los comentarios que habéis dejado ambas… deciros que la razón por la que fui preguntando por las barras pendientes fue porque me avisó una vecina que compra ahí habitualmente y me pareció un buen tema para tratar, dado que en Aquí Tetuán nos interesan especialmente las iniciativas solidarias, sean estas públicas o privadas.
Cuando llegué, la dueña de la panadería me dijo que no quería que grabara ni hiciera fotos a su negocio, que a ellos no les gustaba aparecer en medios, pero al tratarse de una iniciativa solidaria y de un medio local entendió el interés. Llamó a su marido para consultárselo y me especificó que lo hacía por lo que podía significar de ayuda a los vecinos.
Es decir, esta persona no quería publicidad, sino más bien todo lo contrario. Se trata además de una panadería muy concurrida y con una calidad superior, les va bien porque tienen clientela fija y buenos precios. Me habría encantado que esto hubiera sido publicidad, porque Aquí Tetuán también necesita sobrevivir con el patrocinio de los comercios locales, pero concretamente os tengo que decir que esta mujer lo último que quería era hacerse publicidad.
Un abrazo
Ojalá hubiera más iniciativas a las que acusar de hacerse publicidad gratis. Lo que hagan o dejen de hacer con su negocio forma parte de su decisión. Y con las barras que le sobren, lo mismo.
Las acciones hacia los demás también necesitan darse a conocer, para provocar el efecto imitación, aúnque hay quién las haga en silencio, para mi, equivocadamente. Aúnque de una forma u otra siempre habrá alguien que le encuentre el ángulo del defecto en vez de la óptica de la virtud.
Y qué hacen con las barras que sobran? ¿no las llevan a comedores sociales? Podría parecer una forma de hacerse publicidad gratis, no?