El derecho a una vivienda digna se vulnera en Tetuán tanto como en cualquier otro barrio popular de nuestros pueblos y ciudades. Miles de personas pierden sus viviendas cada año y la mayoría de ellas permanecen en el más completo olvido. Son un número más en las estadísticas que, sin nombre ni cara, no conmoverán a sus vecinos y vecinas ni despertarán una ola de solidaridad en apoyo de sus casos.
No es el caso de los propietarios de Ofelia Nieto 29, que durante los últimos años han luchado contra un ayuntamiento que decidió derribar el edificio en el que habitaban tres familias y que tenían en propiedad para recuperar 6 m2 de acera. Su caso ha aparecido en prensa, radio y televisión y cientos de personas se han movilizado, tanto antes de la destrucción de la vivienda hace seis meses (y dos días), como posteriormente.
Alguno pensaría que tras dejar su casa, literalmente, convertida en un solar, las tres ramas de la familia Gracia González se rendirían. Que los activistas que han hecho lo que podían para evitar la destrucción de la vivienda se buscarían otra causa. No calcularon que, tras más de una década de lucha por conservar lo que es suyo, no sólo habían borrado una casa de la faz de la tierra, sino un millón de recuerdos, ilusiones y esperanzas.
Hoy esas ilusiones rebrotan en forma de girasol. O de girasoles, porque son varios cientos los que han sido instalados en el espacio que ocupaba la vivienda de la familia Gracia González. Al acto han acudido decenas de vecinos de la zona, asociaciones y colectivos sociales e incluso ha contado con la presencia de la concejala-presidenta de los distritos de Tetuán y de Moncloa-Aravaca, Monserrat Galcerán.
«Crear vida donde ellos crearon muerte»
Uno de los promotores de la iniciativa, Víctor Martí de Tetuán Resiste (la asamblea antidesahucios de Tetuán) nos explica que el caso de Ofelia 29 ha puesto en movimiento a numerosos colectivos de Tetuán y de otros lugares de Madrid.
Este caso surge, explica Martí, de un proyecto urbanístico en el que «hay alguien por ahí pensante que decide lo que hay que hacer y se pasa a los vecinos por la piedra». Un proyecto que se ejecuta sin el menor miramiento: «una madrugada aparecieron diez lecheras y una grúa, sin avisar, y empezaron a aporrear la puerta con la grúa con la hija de Ángeles dentro. Y todo eso era legal. Todo ha sido conforme a derecho, pero justicia con los vecinos, ninguna.»
Por este motivo, los activistas consideran que hay que seguir luchando y trabajando para ayudar a que los afectados un trato más justo que al que han sido sometidos hasta ahora. El objetivo de esta acción es el de «crear vida donde ellos crearon muerte».
«Querían quitarnos todo»
Así de rotunda ha sido Ángeles, una de las hijas del propietario de Ofelia Nieto 29 y residente en la vivienda. Nos ha explicado cómo su padre ha presentado numerosos recursos sobre los 6 metros cuadrados de la vivienda con los que el ayuntamiento quería ampliar la acera: «los cedía al ayuntamiento siempre y cuando le dejaran el resto de su propiedad, pero querían quitarnos todo. […] Los intereses, evidentemente, son especulativos«.
Esta mujer valiente, que reconoce que los once años que llevan luchando por su vivienda les han pasado una gran factura personal, se emociona al hablar de la ayuda recibida. «Sin el apoyo del barrio, de la asamblea del 15M de Tetuán, a los que fui ya desesperada, esto no podría haber sido. […] Sin ellos, habríamos perdido nuestra casa hace mucho tiempo. Habríamos estado solos.»
Aunque el terreno podría proporcionar importantes beneficios en caso de que termine formando parte de una operación inmobiliaria, Ángeles nos recuerda que «en esta vida no es todo dinero. Para nosotros el tiempo es oro. Mis padres son personas mayores y les han arrebatado toda su vida. Si lo tienen que reponer tiene que ser cuanto antes, porque mis padres no tienen tiempo. Con eso se haría justicia.»
Lo que exige del ayuntamiento es que les devuelvan lo que tenían, a excepción del pequeño espacio con el que se justificó el derribo para ampliar la acera de la calle. «Ya tienen los seis metros cuadrados por los que era el conflicto, que nos repongan lo que era nuestro: nuestra casa. Estábamos totalmente dentro de la legalidad, pagando nuestros impuestos y la Inspección Técnica de Edificios. La justicia es de clases, está hecha nada más que para unos pocos«.
En Ofelia Nieto 29, donde hace seis meses había una casa y ayer sólo había piedras, hoy hay nueva vida que brota. La de los girasoles y la de un barrio que se levanta ante las injusticias. El matrimonio Gracia González puede sentirse tranquilo: la casa que levantó tal vez no vuelva a levantarse, pero ha construido algo mucho más valioso que ninguna grúa podrá derribar.
Texto: Andrés y Celia / Fotos: Andrés