Caída y auge de la histórica cafetería Nebraska en Tetuán

El pasado 11 de enero Tetuán se despertó con la noticia del cierre de las cafeterías Nebraska. Una cadena mítica que durante seis décadas se había convertido en un referente y un punto de encuentro para los vecinos. Nadie contaba con que unas pocas semanas después, dos veteranos ex empleados de la cadena de cafeterías, Juan Pedro Carrero y Pedro Simón, reabrirían el negocio en uno de los dos locales que tenía en Tetuán, el situado en el 297 de Bravo Murillo, para alegría de todo el distrito.

Todo comenzó el 21 de diciembre del pasado año, cuando los 92 empleados de la cadena de cafeterías Nebraska se enteraban de una noticia inquietante. El propietario del negocio había vendido la totalidad de la empresa, un negocio que su familia poseía desde su inauguración hace más de seis décadas.

Unas semanas después, el 10 de enero, Corpfin Capital, una empresa de inversión de capital riesgo a la que no se conoce ninguna línea de inversión en el sector de la hostelería y nuevo propietario del negocio, confirmaba las peores sospechas de los empleados. Las cafeterías Nebraska serían clausuradas definitivamente, dejando sin trabajo a decenas de personas y poniendo fin a la existencia de un punto de encuentro histórico para los madrileños.

Esta empresa es un grupo inversor que se dedica a hacer negocios con los locales, compraron las cafeterías únicamente por sus locales”, nos explica Juan Pedro Carrero, que ha dedicado más de cuarenta años de su vida a esta cadena de cafeterías. “Ese mismo día estaban cargando los almacenes, los proveedores, para el fin de semana”, añade, dando una idea de lo sorpresiva que fue la noticia.

Las cafeterías Nebraska iniciaron su andadura allá por el año 1955. La idea, en una España que muy tímidamente comenzaba a salir del aislamiento y la autarquía, era absolutamente rompedora: el establecimiento de una cafetería de estilo americano en pleno Madrid. Los perritos calientes, los sofás de escay, las tortitas y las hamburguesas irrumpían en un entorno que nunca había visto nada semejante. “Montan este tipo de cafetería y les sale un éxito rotundo”, explica Juan Pedro.

La cosa no quedaría ahí y con el paso de los años llegaría a convertirse en un punto de encuentro para toda la vecindad. Un símbolo especialmente importante en Tetuán, donde sus dos locales fueron un referente durante décadas. Algunos vecinos aún rememoran una máquina de palomitas que sonaba con la legendaria música de Hot Butter hace ahora más de 30 años. Toda una vida que de la noche a la mañana quedaba sepultada bajo un negocio inmobiliario de millones de euros.

Pero para Pedro Simón y Juan Pedro Carrero, el cierre de la empresa para la cual habían trabajado durante décadas ha terminado siendo el inicio de una nueva aventura empresarial. Convencidos de que el negocio realmente tenía viabilidad, comenzaron inmediatamente los planes para sacarlo adelante ellos mismos. “Como ya se quedaba libre y el local no tenía nada que ver con la empresa, negociamos con el casero, que aceptó”, nos relata Pedro Simón. Posteriormente, conscientes de la impronta de las cafeterías en este distrito, comenzaron a negociar con Corpfin el uso de la marca Nebraska. La empresa inversora, no demasiado interesada en la marca de un negocio hostelero, aceptó cederles el nombre mediante un acuerdo.

En menos de tres meses, la mítica cafetería Nebraska de Bravo Murillo 291 volvía a abrir al público como si nada hubiese sucedido. “Nos movimos pronto porque contemplamos la problemática. ¿Qué íbamos a hacer con 58 años?”, plantea Juan Pedro. Su socio y compañero Pedro Simón alude a las preocupaciones y el estrés del momento de asumir el negocio en sus propias manos: “Las primeras noches sin dormir, haciendo números y dándole vueltas”. “Yo sin embargo, veía que el riesgo en lo que nos tocaba era mínimo”, indica Juan Pedro. “Pedro, que estaba aquí, que se conocía el barrio y se conocía el negocio, era la referencia de la gente”.

Y es que uno de los elementos que ha garantizado el éxito de la reapertura ha sido la clara imagen de que continúa siendo el mismo negocio que han conocido toda la vida. Han recuperado el sello original de la marca, que ahora luce en la fachada del negocio. Y continúan sirviendo los mismos perritos calientes con su misma salsa legendaria, y con los mismos elementos que los 12 empleados, pertenecientes a la plantilla de la antigua cadena, conocen a la perfección.

Los vecinos de Tetuán no han dudado en hacérselo saber, aunque no son los únicos. “Tenemos una anécdota muy buena: Una chica vino desde Córdoba hace unos días expresamente a comprar ocho perritos para llevárselos”, afirma Juan Pedro. “Todos los días dos o tres personas nos felicitan y nos agradecen que hayamos reabierto”, nos explica Simón.

No es la única. Desde su reapertura no han dejado de recibir felicitaciones y agradecimientos de vecinos y clientes que se alegraban de la reapertura del Nebraska. “La gente es muy romántica”, explica Juan Pedro. “Ellos tienen unos recuerdos de cuando venían aquí de pequeños y quieren repetir esa experiencia con sus hijos y sus nietos”.

Sin duda podrán hacerlo, porque la cafetería continúa tal y exactamente como era antes, salvo un pequeño detalle. Juan Pedro y Pedro han añadido un pequeño toque a la decoración, con imágenes de su Castilla-La Mancha natal. “Cafetería americana estilo manchego”, ríe Juan Pedro.

Junto a la alegría y las esperanzas depositadas en esta nueva empresa, los nuevos propietarios admiten que comienzan a descubrir la complejidad que entraña su gestión completa. “Antes yo llegaba y sencillamente firmaba la entrega de aprovisionamiento”, relata Pedro Simón.

Ahora te das cuenta de lo que suponen los gastos de pago a proveedores, estás todo el tiempo pensando en el céntimo”, añade. Toda una nueva perspectiva que estos dos empleados, y ahora socios, con décadas de trabajo en estas cafeterías a sus espaldas, admiten que no es tan fácil como pensaban. Sin embargo, el negocio marcha, los clientes de siempre vuelven, y Juan Pedro Carrero y Pedro Simón confían en que continuará haciéndolo como ha venido funcionando desde hace más de 60 años.

Y de esta forma Tetuán, gracias a la iniciativa y al empeño de dos antiguos empleados, continuará contando con una cafetería mítica. Un punto de encuentro y un referente durante décadas que, esperamos, seguirá siéndolo durante muchos años más.

Fotos: Christian Zampini

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