Apolo persiguiendo a Dafne, Cornelis de Vos
Galería online del Museo del Prado
Últimamente me está dando por leer mitología griega. Pero no es porque me haya surgido un interés especial de pronto (siempre me interesó) sino porque el mismo fluir de la vida me está trayendo algunos temas.
En este caso es el mito de Daphne, una ninfa de la tierra.
Todo empezó con unos poemas que «llegaron» de algún lugar (empiezo a escuchar palabras en mi interior y tengo que escribirlas), que publiqué hace ya unos días en mi blog, recientes y calentitas, y que podéis leer en esta entrada.
En el primero de ellos sonaba el nombre de Daphne, cuya historia no conocía (mejor dicho, no recordaba porque la había leido sin prestarle mucha atención).
Así que aproveché para darle un repaso a lo que cuenta Robert Graves sobre este personaje, y me encontré con una historia en principio de lo más corriente:
Daphne es una ninfa de la tierra, más interesada en hacer fiestas con sus amigas que en otra cosa, y Apolo (que llevaba un tiempo detrás de ella) la persigue y caza por sorpresa.
Daphne exclama un grito de socorro y su madre la rescata en el último momento y la envía a Creta (donde se cambia el nombre) y en su lugar planta un laurel.
Apolo, desconsolado (pobre!! él pensaba violarla, dicho sea de paso), utiliza las hojas de laurel para hacerse una corona.
Aquí lo vemos con su corona en la fragua de Vulcano, chivándose de que Venus le está poniendo los cuernos a Vulcano con Marte (nombres romanos para Afrodita, Hefesto y Ares):
La fragua de Vulcano, Diego Rodríguez de Silva y Velázquez
Galería online Museo del Prado
Después me di cuenta de que hace años había leido que el laurel se utilizaba en salvajes ceremonias (¿ceremonias?) en las sociedades matriarcales neolíticas y me volví a leer lo que Graves cuenta en la introducción de sus Mitos griegos y lo resumí y posteé.
Si queréis leer el detalle del mito de Daphne y su relación con las sociedades matriarcales, os remito al post de mi blog.
Clara