Cuando voy al campo con mi pareja, me siento mucho más conectada con mi naturaleza femenina. Allí, en medio de la naturaleza, solos, volvemos los dos a un estado que yo definiría como primigenio.
Y ahí es donde me doy cuenta de que a él le preocupan y le gustan los grandes proyectos: sistemas de recogida de agua de lluvia, sistemas de riego, plantaciones …
Yo en cambio entro en un estado donde lo que más me importa es lo inmediato, el bienestar inmediato: limpiar y ordenar la casa, poner velitas que generen un ambiente agradable, tener el fuego encendido para que la casa esté caliente cuando caiga el sol, tener suficiente comida rica …
Donde más percibo esta diferencia entre los dos es en la forma de buscar leña. Yo invierto mucho tiempo en aprovechar toda la leña menuda que puedo. No tengo motosierra y solamente puedo aspirar a cortar leña menuda, por ejemplo, aprovechar todas las ramas que cortaron para limpiar el camino, ramas de la poda de la higuera etc.
Resulta que con mi incesante actividad de recoger, trocear y quemar todo lo pequeño, mantengo el fuego encendido todo el día: la casa está caldeada, hay agua caliente para fregar y además lo uso para cocinar. Y aún mejor, mantengo mi mente centrada en el presente, por lo que al final del día me siento muy feliz y de muy buen humor.
Sin embargo, él prefiere hacer un gran montón de leña con el mínimo esfuerzo, porque lo considera una tarea aburrida, como un mal necesario. Prefiere embarcarse en proyectos trabajosos y de larga duración, que le proporcionan muchos quebraderos de cabeza, mucho esfuerzo físico y la sensación de que hace algo importante.
Estas experiencias en el campo me han llevado a comprender lo importantes que son las cosas pequeñas para las mujeres. Un maestro de Tai Chi que conocí decía que las mujeres teníamos la vista corta, que teníamos que actuar como si fuéramos miopes, que ésa era nuestra naturaleza. Me enfadaba mucho oírle decir esto.
Hoy comprendo que la forma natural de expresión de lo femenino es precisamente a través del cuidado de las cosas pequeñas, aquéllas que tenemos delante aquí y ahora, que proporcionan un bienestar material o afectivo inmediato.
No quiero decir con esto que las mujeres no podamos emprender grandes proyectos ni que los hombres no puedan ocuparse de asuntos domésticos. Lo que quiero expresar es que la energía femenina crea en lo inmediato, en lo pequeño: un espacio donde descansar, un espacio donde recogerse y recuperar fuerzas. Proporciona un lugar, físico y emocional, donde sentirse en casa.
Todo guerrero, o guerrera, necesita un hogar al cual volver tras la batalla. En este lugar hay calor, orden, alimento y seguridad. En definitiva, bienestar. La energía femenina crea cuidando los detalles y aprovechando todo lo pequeño: muchas ramitas pequeñas pueden dar tanto o más calor que varios troncos de leña gorda.
Esto no es una frase bonita, sino mi experiencia, que deseo compartir para que empecemos, o sigamos, valorando todas estas pequeñas acciones que mejoran nuestras vidas.
Clara Luz
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Bea, gracias por el comentario. Pues como ves en el título, he puesto «lo femenino», que es un aspecto del ser humano que está presente tanto en los hombres como en las mujeres. Me gusta compartir lo que observo en mí para invitar a otras personas a observarse y conocerse mejor, que es la base de la felicidad.
Salirse de los condicionamientos culturales, familiares etc. es tarea de toda una vida. Me refiero a salir de los condicionamientos para llegar a descubrir quién es la persona más allá de todo eso.
Por otro lado, el cuidado de lo pequeño y las grandes empresas son formas complementarias de hacer, ambas muy importantes, que pueden darse en una misma persona (lo ideal) o en una pareja, en una empresa etc.
Lo que sí vengo observando es que las mujeres de hoy en día damos mucho peso a nuestra faceta masculina, quizás porque con esto de la liberación de las mujeres etc. nos hemos enfocado mucho en el aspecto competitivo, por ejemplo, a nivel profesional, y hemos relegado, o incluso en cierta forma despreciado, nuestra parte femenina, ésa que yo en mí identifico como aquélla que disfruta enormemente ocupándose de las cosas “pequeñas”.