La familia Rodríguez Feito se dedicaba a la hostelería desde uno de los bares míticos de Tetuán, hoy desaparecido: el Bar La Rotonda, en la calle de Bravo Murillo 191, esquina con Francos Rodríguez número 2.
Bea Burgos 13.06.2014
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Donde hoy se alza un edificio moderno de más de 7 alturas, frente a la Iglesia de los Salesianos, hubo un tiempo en que había un edificio de viviendas, de esos de ochava en 180 grados y galería de forja y cristales, de los que caracterizaban Bravo Murillo y hoy prácticamente han desaparecido.
En esta esquina de Bravo Murillo con Francos Rodríguez se encontraba el bar La Rotonda, frente al cual paraba el tranvía 73, el «Tranvía de la Paloma», que tenía su cabecera en Cuatro Caminos y paraba frente al Colegio de La Paloma, al comienzo de la Dehesa de la Villa. A las puertas del bar se encontraba también la principal salida de la parada de Metro Estrecho, hoy en día trasladada a otro punto de Bravo Murillo.
El bar La Rotonda fue fundado por Alfredo Rodríguez y Aurelia Feito, dos asturianos llegados a Madrid en 1918 para emprender una vida mejor. El bar abrió sus puertas en 1930 y fue siempre regentado por la familia Rodríguez Feito, primero por Alfredo y Aurelia y más tarde por sus hijos, Alfredo y Antonio.
Si preguntas a los vecinos por el Bar La Rotonda te contestarán sin duda: «Sí, hombre, donde servían unos calamares…» y es que esta era una de sus especialidades, pero no la única, también preparaban callos, empanada o pulpo.
Vivían justo encima del mismo bar, en un piso grande de siete habitaciones. Los dependientes del bar, a los que tenían contratados fijos, vivían también allí con ellos. Así, las fotos familiares están cargadas de momentos familiares con los camareros del bar: Paco, Ángel, José o Celestino y Constante fueron algunos de ellos.
«El barrio en ese momento era como una gran familia, los clientes eran además como una familia», recuerda Violeta, la nieta de Alfredo y Aurelia, que ha guardado con cariño las fotos y los recuerdos de sus abuelos, su padre y sus tíos. «Mis padres recuerdan que en los Salesianos, durante la guerra, estaban los milicianos, recuerdan también las fiestas de María Auxiliadora, cuando se juntaban salesianos y salesianas y los niños salían en procesión por todo el barrio. Recuerdan los carros de la basura por Bravo Murillo, por el Monte de Piedad y el tranvía que terminaba en la Dehesa de la Villa», dice Violeta.
Doña Aurelia, en aquellos años, preparaba cociditos individuales que vendía a precios económicos y Don Alfredo, como buen asturiano, tocaba la gaita y era socio del centro asturiano de Madrid. La gente del centro asturiano tocó en la boda de su hijo Alfredo, que se celebró en el restaurante Biarritz, un lugar típico para las bodas y los grandes banquetes.
El bar era alquilado y con la ley del suelo, el edificio donde se encontraba el Bar La Rotonda, fue expropiado en 1969.
Sus hijos Alfredo y Antonio, que entonces regentaban el bar, abrieron otra cafetería en Bravo Murillo 185, también llamada La Rotonda. En la cafetería de Bravo Murillo, ya trabajó Alfredo, nieto del asturiano fundador (el pequeño de las fotos), con la misma entrega y dedicación como lo había hecho su abuelo. Esta cafetería estuvo abierta hasta hace 10 años, cuando los hermanos se jubilaron y la cerraron.
La culpa de que en mi casa hubiera TV la tuvo Alfredo, el hermano de Antonio. Éramos clientes de toda la vida, vivíamos en Francos Rodríguez, y ante mi insistencia para que mi padre nos comprara la TV, Alfredo apuntillo, «venga hombre, no sea ud. así, comprele al chico la TV», y….la compró. En una tienda de electrodomésticos que había en Bravo Murillo casi esquina a la calle Mercedes, al lado de una pastelería que tenía unos escaparates de vicio.