«Desnudas medianeras color mostaza, malas hierbas y una destartalada valla de uralita.» Es la definición de un solar, uno de tantos que encontramos entre las calles de nuestra capital, según Patricia Gosálvez, periodista de El País en su reportaje sobre los vacíos urbanos del centro.
BeaBurgos (@tetuanmadrid)
La proliferación de solares vacíos en el centro de Madrid no era habitual hasta hace unos años. Sin embargo, la crisis de la construcción ha favorecido un fenómeno como este dentro del cinturón de la M-30, algo que Gosálvez ha denominado metafóricamente las «caries» de la ciudad. En su artículo analiza algunas de las causas por las que existen a día de hoy tantos solares vacíos y concluye que la respuesta es complicada por dos razones principales: porque cada solar vacío tiene una historia diferente y porque no se ha realizado un inventario de los mismos.
Ya sea que la viabilidad de una futura construcción está atascada por la burocracia o que la falta de recursos económicos paraliza a los inversores, todos estamos acostumbrados a encontrar en nuestros paseos lo que Juan Bravo, concejal de Hacienda, denomina «oportunidades perdidas». Lo que para los urbanistas es un fallo en el sistema debido a la especulación porque el suelo valía más que el edificio y para los okupas es una ocasión de recuperar espacios de actuación y encuentro de ciudadanos, no deja de ser un problema para la mayoría de los vecinos, que los perciben como una fuente de conflicto, un núcleo de insalubridad y una evidencia del empobrecimiento de sus barrios.
Tetuán no solo no es ajeno a esta realidad, sino que además se encuentra entre los primeros distritos madrileños en cuanto a espacio urbano deshabitado. A ello se suma que Tetuán se sitúa a la cola por el precio del metro cuadrado. Con todo, la venta de estos solares urbanos no es fácil. Así, señala Gonsálvez que «en Salamanca, la posibilidad de vender un solar llega al 90%, en Tetuán, cae hasta el 15%, según los expertos».
En nuestras calles vivimos con la realidad de la demolición a diario. Muchos edificios se tiran abajo y no se vuelve a construir en ellos durante años. Los barrios de Berruguete y Valdeacederas son los más afectados. En ocasiones los vecinos han convertido los solares vacíos en huertos urbanos: el huerto urbano de la Ventilla era un solar abandonado cedido por el IVIMA (en la calle de Mártires de la Ventilla), en Bellas Vistas un pequeño solar fue okupado y posteriormente negociado con los vecinos para convertirlo en un pequeño huerto vecinal (La huertita de Tetuán), en la calle Tenerife.
Estos son dos ejemplos de como se han encontrado alternativas de encuentro ciudadano, sin embargo, son incontables los solares a los que aún no se ha encontrado utilidad. Algunos son pasto de la maleza, otros se han convertido en improvisados basureros o en retretes caninos. Los hay que al menos cumplen con la función tan necesaria de aparcamiento, aunque sea reconvertidos en auténticos lodazales. La solución a los solares no es fácil y al paso que vamos con las demoliciones parece que en Tetuán su número irá en aumento.
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¿Nadie se ha planteado que estos edificios bajos se pueden restaurar y recuperar el ambiente de pueblo que en algunas esquinas se respira? Sería una buena forma de darle vida al barrio y aprovechar estos espacios que se deterioran a marchas forzadas.