En El arte de la danza Víctor Ullate y Eduardo Lao adaptan el arte clásico de la danza a todos los estilos. Con una disciplina y factura impecable, los bailarines hicieron vibrar al público en cada movimiento.
BeaBurgos, 06.06.2012
El Nuevo Teatro Alcalá se vistió anoche de gala para recibir “El arte de la danza”, montaje al alimón de Víctor Ullate y Eduardo Lao, un espectáculo fresco y lleno de belleza donde el protagonista es el bailarín en toda la extensión de la palabra.
Luz blanca, fondo negro. Es todo lo que le hace falta a Yester Mulens para llenar un escenario de magia y un teatro de silencio. Ni siquiera la música es imprescindible, no más que una aliada de los movimientos firmes del bailarín principal de El arte de la danza.
Ya sea interpretando Una furtiva lagrima, de la ópera L’Elisir d’amore de Donizetti o en la misma pureza del silencio, Mulens consigue que no puedas apartar ni un segundo la mirada de sus brazos extendidos, su torso arqueado o su cadera meciéndose a ritmo de Chopin.
La elegancia lírica de sus movimientos sinuosos es solo comparable al impresionante solo, deforme y anguloso, de Leyre Castresana, un contraste que desdibuja la dicotomía masculino-femenino y, como si de un cuadro impresionista se tratase, satura los contornos entre la vida y la muerte.
Tras una introducción en que los bailarines principales arrancan el aplauso encendido del público, el espectáculo va abriendo paso a diferentes disciplinas de baile. Ullate y Lao han apostado por fusionar estilos, han jugado como nunca con el vestuario, la música, la musculatura desnuda del cuerpo de baile.
Juegos de siluetas para dar vida a Madredeus, Massive Attack glosando un paso a dos tan clásico como imprevisible, contorsiones imposibles con música de In Slaugther Natives, ironías juguetonas que habrían sido muy del gusto del joven Mozart… se han permitido incluso un guiño a Hollywood reinterpretando algunos clásicos imprescindibles.
El resultado final es un espectáculo único en su especie que no debes perderte.
Al cielo:
La masculinísima combinación de Richard Wagner con un paso a dos lleno de firmeza: Testosterona en vena, una mezcla perfecta entre la imagen propagandística de la guerra fría y el look metrosexual más rabioso de la publicidad del siglo XXI.
La impresionante interpretación de la canción de Bebe “Malo” por Sophie Cassegrain: Pasión desgarrada envuelta en el ambiente vaporoso de la seda, los cabellos… No hay fibra humana que no vibre al verla.
Los solos de Yester Mulens, todos, sin excepción: Son realmente indescriptibles, pura belleza, un hechizo. Solo por ellos volvería mañana al espectáculo, y pasado mañana y al día siguiente.
Al foso:
Si bien es una apuesta atrevida y amena, el guiño a Hollywood se queda en eso: un guiño. Demasiados cambios de registro (del claqué a “Fama” pasando por un incomprensible tango-chachachá) no aportan en realidad nada nuevo si no es confirmar el dicho de “menos es más”.
Poco conseguido el look de una Rita Hayworth a quien le falta música, le sobra escenario y hasta tela de vestido. Algo similar sucede con la interpretación del mítico Love de Frank Sinatra, una de sus canciones más románticas y glamourosas. ¿Por qué ese sombrero de granjero? Se supone que quien lo canta está paseando por, digamos, Nueva York, no en “Siete novias para siete hermanos”.
El espectáculo El arte de la danza estará en Madrid hasta el 10 de junio y posteriormente comenzará su gira que los llevará a San Sebastián e Ibiza el resto de junio. En julio y agosto viajarán por Francia y volverán a Madrid en el mes de octubre. Puedes consultar todas las fechas de su gira aquí.
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Bea!!! Exquisita, rebosante de sensaciones. Me has hecho desear haber estado allí. Gracias. Fe
Me ha encantado la crónica Bea! No te dejas ni un detalle, parece que esté allí sentada en la butaca sintiendo esas mismas emociones.